Domingo VIII tiempo ordinario
.- ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
.- Pues yo he visto a muchos ciegos caminando justos, hasta tomados de las manos.
.- Y tal vez los has visto caer juntos también.
Es interesante que veamos a parejas de ciegos caminando justos, o compartiendo, pero es que la pregunta no se refiere a la compañía, sino a la guía.
Se acompañan hasta en las caídas pero no se guían.
Y es que quién no ve el camino no puede ir dando instrucciones de como avanzar en el camino que no ve.
Muchos, al padecer cegueras, caen por el camino, mientras que otros se quedan muertos de risa al verlos caer, sin darse cuenta de las propias cegueras que tal vez les lleven a caídas peores.
Seguramente no se trata solo de los edificios en los ojos, sino de lo que abunda en nuestros corazones, y que con nuestras acciones lo manifestamos.
¡Cuántos frutos podemos cosechar! Ahora bien ¿cuál es la calidad de nuestros frutos? Porque no hay árbol bueno que de fruto malo.
Pues a revisar, y si están llenos de parásitos, será necesario descubrir que es eso que está rebosando en nuestro interior, para que nuestros frutos estén contaminados.
Lo que rebosa en nuestro corazón será manifestado, tal vez hasta sin querer queriendo, en nuestras palabras, y en nuestros gestos, que tantas veces dicen mas que mil palabras.
(P. Deiby Sánchez - @pdeibysanchez )
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