Apuntes de Teología: Dimensión eclesial del ministerio en la Patrística



El estudio del ministerio en los Santos Padres situados en las postrimerías del siglo I y comienzos del siglo II, advertimos entre ellos una distinta manera de plantearlo, pues, aunque todos coinciden en proponer la naturaleza del misterio fundamentada en la misión de los apóstoles, y vincularon de manera constante la sucesión apostólica al ministerio sacerdotal, en lo que ya no coincidieron fue en el modo como concretaron dicha sucesión en el ministerio.

Desde la “Didaché” ya se encuentra un modo de ejercer el ministerio, además son de dos tipos: itinerantes o estables. En una situación misionera de la Iglesia quien se sabia capacitado desde la misión para anunciar el evangelio, ponía en practica el mandato recibido y marchaba de una comunidad a la otra, sin tener residencia fija en ninguna. A tales ministros se les denomina apóstoles, profetas y maestros, y la garantía para que sean recibidos por la comunidad es la fidelidad que guardan a la doctrina que han de enseñar.
Un segundo paso importante en la “Didaché” es la aparición de los Obispos y de los diáconos en relación con los profetas y los maestros.
En el contexto de una reflexión en torno a la celebración semanal de la Eucaristía, se establece como norma que la comunidad elija obispos y diáconos dignos del Señor, que sean hombres mansos, desinteresados, verdaderos y probados, porque también ellos han de ejercer el ministerio de los profetas y de los maestros.
En la primera carta de Clemente a los corintios se habla por vez primera, una declaración abierta y explicita de la doctrina sobre la sucesión apostólica.
Para Clemente solo hay dos ministerios: el de los obispos y el de los diáconos, y ante tal afirmación hay que reconocer la imprecisión de su léxico, ya que en algunas ocasiones a los obispos los llama presbíteros. Clemente es entre los Santos Padres quizá el que mejor ha glosado conceptualmente el texto de Juan en el que Cristo se reconoce enviado por el Padre y él mismo envía a los Apóstoles “…como tuvieron conocimiento de lo por venir, establecieron a los susodichos y juntamente impusieron para adelante la norma que, en muriendo estos, otros que fueran varones probados les sucedieran en el ministerio”.
Un elemental análisis de este precioso texto permite concluir que la eclesiología de Clemente, y con ella el ministerio eclesial, se apoya en el dinamismo de la misión ya que Jesucristo, que ha sido enviado por Dios Padre, envía a los Apóstoles, los cuales, a su vez, envían a los eximios varones y por medio de estos a los futuros obispos.

En el “Pastor” de Hermas no se formula una doctrina sistemática sobre los ministerios, solo advierte que los presbíteros presiden la Iglesia, ocupan las primeras sillas, se sientan los primeros, y ante ellos se proclama el mensaje que revela la Iglesia.

En la carta de Policarpo a los filipenses se reconoce con toda claridad la existencia de una jerarquía eclesiástica, que preside la comunidad, y a la cual se la denomina colegialmente los presbíteros. Y junto a estos aparecen los diáconos.

Las fuentes clásicas e imprescindibles para encontrar en los Santos Padres la formación tripartita del ministerio eclesiástico son las cartas de Ignacio de Antioquía. En el conjunto de sus cartas los sustantivos obispos, presbítero, y diácono, adquieren tal exactitud conceptual que llegan a ser términos técnicos para designar los tres grados del ministerio eclesiástico. Esta concepción jerárquica es indiscutible, aunque su misma claridad abre como cuestión a precisar cómo pudo llegar a semejante precisión terminológica y conceptual. Ignacio toma en consideración el ministerio de partir de una relación analógica con el misterio de la Trinidad. Lo que el Padre tiene de principio en la vida trinitaria, lo tiene también el obispo como centro de la vida eclesial y, al igual que en la consideración del misterio trinitario hay que partir del Padre, en la reflexión teológica sobre la Iglesia se ha de partir siempre del ministerio episcopal.
Ignacio propone una norma a los fieles “así como el Señor no ha hecho nada, por sí o por medio de los Apóstoles, sin el Padre, con quien es uno, así tampoco vosotros hagáis nada sin el obispo y los presbíteros”.
El obispo ocupa el lugar del Padre, lo cual le otorga preeminencia eclesial. Junto a él aparecen siempre los presbíteros, a los que los fieles deben obediencia como al colegio de los Apóstoles. Los presbíteros, colocados y entendiditos siempre alrededor del obispo, constituyen un cuerpo corporativo interpretado como un presbiterio. La figura eclesial del presbítero es inseparable de la del obispo.
Quizá el texto mas claro entre los de San Ignacio para referir globalmente a los tres grados de la jerarquía eclesiástica es el que dice: “todos debéis reverenciar a los diáconos como a Jesucristo, al obispo como a la imagen del Padre, a los presbíteros, como al senado de Dios y al colegio de los Apóstoles”, en esta trilogía, los diáconos son imagen de Cristo por su comportamiento de servicio, por la propia entrega a los demás y por la practica de la caridad en favor del prójimo.

Tertuliano emplea tres palabras para designar a los presbíteros: PRESBYTERI, SENIORES, PRAESIDENTES; con las tres expresa la misma realidad ministerial. Con el sustantivo presbítero denomina al grupo jerárquico que se encuentra entre el obispo y los diáconos.


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