Apuntes de Teología: Del Jesús histórico al Cristo de la fe.
Del Jesús histórico al Cristo de la fe.
Método
histórico genético. Otros puntos de partida y método.
Ante la realidad del Jesús histórico y el Cristo de la
fe, surge entonces un problema en conocer realmente cómo fue Jesús, dónde y
cómo vivió, por lo cual se debe hacer un acercamiento a Jesús de Nazaret, de
quien se habla expresamente en los textos evangélicos, y que para los creyentes
es “el Cristo”, teniendo en cuenta que los hagiógrafos no escribieron acatando
un interés histórico sino para dar testimonio de la fe en Jesús, como el
Cristo, el Salvador. Y desde allí indagar sobre lo que dice los textos del
evangelio, cómo fue realmente Jesús, entonces conocer al Jesús histórico, y por
otro lado si los textos dicen lo que los evangelistas creen sobre ese mismo
Jesús, y que a su vez quieren que los demás crean, entonces sería la reflexión
del Cristo de la fe.
La búsqueda del Jesús de la historia tiene ya más de
200 años. A finales de siglo XVIII, un puñado de europeos valientes empezaron a
aplicar la crítica literaria e histórica a los libros del Nuevo Testamento, que
hasta entonces había quedado fuera de los límites: demasiado sagrado para la
investigación profana del Renacimiento y de la Ilustración[1].
Ahora bien, la distinción, “Jesús de la historia-Cristo de la fe” y su
contraposición surge en un ambiente de fuerte apasionamiento antidogmático.
Esta distinción desde Reimarus, se tornó cuestión clave en los planteamientos
del pensamiento acatólico[2].
Fue entonces cuando diez años luego de la muerte de Reimarus (1694-1768) cuando
uno de sus discípulos publica uno de sus manuscritos titulado “la intensión de Jesús y sus discípulos”
en donde se expresa que Jesús no había existido realmente, sostenía además que
el Jesús que existía en Palestina y el Cristo que nos ha llegado por medio de
los Evangelios, no es el mismo[3].
Saimarus distingue en los
evangelios, el proyecto de Jesús y la tarea de los discípulos. Jesús no quiso
fundar una religión, no realizó milagros. Fue un Mesías político que soñaba con
implantar un reino temporal. Lo central del mensaje de Jesús es el anuncio del
Reino de Dios que está cerca. Él no pretendió ser el “Hijo de Dios”. Los
discípulos inventaron todo para justificar este fracaso de un mesianismo
liberador. La teoría del “fraude” consiste en convertir el mensaje político
religiosos de Jesús en un mensaje escatológico-religioso. Desilusionados los
discípulos por este fracaso han dado a la vida de Jesús la imagen que nos
transmiten los evangelios.[4]
Desde este prejuicio ideológico Straus, niega en su
“Vida de Jesús” que el Cristo de la fe sea el Jesús de la historia. El modesto
soñador rabí de Nazaret, el de los hechos realmente acontecidos, tendría muy
poco que ver con el Cristo de la fe, en quien los Apóstoles han proyectado las
expectativas mesiánicas, sometiendo todo a una mitificación falsificadora[5].
Por su parte, Kähler hablo de la distinción radical
que existe entre el Jesús de la historia y el Cristo de la predicación
primitiva. Entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe no hay nada en
común[6].
Desde aquí que afirma entonces que es imposible encontrar la vida de Jesús
desde los textos evangélicos por estar contenidos de mitos. Con estos
antecedentes, Bultmann formuló su teoría de que la comunidad primitiva había
inventado el contenido esencial de los evangelios desde una perspectiva y una
intensión notificantes; mas sin embargo acepta que Jesús existió, vivió y murió
bajo Poncio Pilatos[7].
Ya en su obra sobre Jesús dejo
de apoyarse exclusivamente en aquel material cuya autenticidad quedaba fuera de
duda en su “historia de la tradición sinóptica”. Se limitaba a buscar cual era
la capa más antigua de predicación primitiva cristiana en la que,
prácticamente, se fundían la predicación de Jesús y su reflejo en el kerigma de
la comunidad; pero evitaba conscientemente realizar la separación de ambos.
Posteriormente, en su obra sobre el cristianismo primitivo en el marco de las
religiones antiguas, situó a Jesús dentro del judaísmo tardío y, de acuerdo con
ello, esbozó la teología neotestamentaria como un desarrollo del mensaje. En
consecuencia, la fe cristiana se entiende como fe en el Señor glorificado, para
ella, el Jesús histórico deja de tener, en cuanto tal, un significado
constitutivo[8].
Entonces pues, Kähler, quien afirma que “el Cristo
real es el Cristo que fue predicado” y su seguidor Bultmann dice que en el
Nuevo Testamento estaba revestido de un lenguaje mítico por el cual no tiene
sentido buscar al Jesús histórico, sino que se debe tratar de vivir a fondo su
mensaje. Pues deja de lado las reflexiones de Reimarus, pues la duda de si
Jesús ha existido realmente no tiene ningún fundamento y no merecía ser
refutada, lo importante es la fe que se tiene en Él.
Existen referencias judías sobre Jesús. La muerte de
Jesús en la cruz, su entierro y los eventos que sucedieron luego del tercer día
de su sepultura, el domingo siguiente, son los hechos de su vida mejor
descritos y atestiguados[9],
más sin embargo el Cristo según la carne, el histórico se puede constatar en
los textos neo-testamentarios, lo importante es encontrar al Cristo de la fe,
predicado por el anuncio eclesial.
Ante la interpretación sobre el Jesús histórico y el Cristo
de la fe se ha de tener cuidado y no hablar como si se tratara de dos personas
distintas, se debe combinar ambas reflexiones, el Jesús ser humano de Nazaret y
el Cristo anunciado en el kerigma de la Iglesia.
[1] SANDERS,
E.P. La figura histórica de Jesús.
Pág. 20
[2] OCARIZ,
F. y otros. El misterio de Jesucristo.
Pág. 28.
[3] ¿Quién
es Jesús, el Cristo Disponible en http://pochiteo.files.wordpress.com/2009/06/jesus-el-xto.pdf
[4] MARTÍNEZ,
José. Del Jesús histórico al Cristo de la
fe a través de los evangelios.
[5] OCARIZ,
F. y otros. El misterio de Jesucristo.
Pág. 29.
[6] SAYES,
José Antonio. Señor y Cristo. Pág.
24.
[7] CF.
Ibidem
[8]
KASEMANN, Ernest. El Jesús histórico y el
Cristo de la fe.
[9]
PALACIOS, Luis. Hágase en mí según tu
palabra. Pág. 379.
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